lunes, 7 de febrero de 2011

FISIOLOGIA DE LA PRODUCCIÓN DE ANTICUERPOS.

Cuando un antígeno extraño llega a los ganglios linfáticos, bazo, o placas linfoides de los tapizados epiteliales del cuerpo, desencadena la síntesis de anticuerpos. El antígeno puede llegar al bazo a través de la sangre pero mucho más comúnmente es llevado de su sitio de entrada a los ganglios linfáticos por la vía linfática. Allí estimula una parte muy redu­cida de los linfocitos B para que sufran una rápida división celular, cuyo producto se diferencia pronto en células plasmá­ticas que son las productoras activas de los anticuerpos. El aspecto más sorprendente de esta transformación es una notable expansión del citoplasma, el cual consta casi entera­mente del tipo granular de retículo endoplasmático (Figura 15‑24) propio de otras células que elaboran proteína para exportar; después de la síntesis, los antícuerpos son liberados en la sangre o en la linfa. La descendencia de las células B que no se diferencia completamente en células plasmáticas, constituye la "memoria" del hecho, lista a responder con mayor rapidez y fuerza en caso de reaparición del antígeno en alguna ocasión posterior.

 

Afirmamos, obsérvese, bien, que únicamente una parte reducida del total de células B responde a cualquier antígeno dado. Puede demostrarse asimismo que los diferentes antí­genos estimulan poblaciones completamente diferentes (clo­nes) de células B. Esto obedece a que las células de cualquier clona linfocítica (y los plasmocitos a que da lugar) son capaces de secretar sólo un tipo de anticuerpo. Esta limitada capacidad sintética fue determinada probablemente por mu­taciones aleatorias (durante la vida embrionaria) de los genes que codifican los aminoácidos variables en las partes termina­les de las cadenas de los anticuerpos. Según esta teoría clonal,  los diversos antígenos no dirigen una célula individual a la producción de anticuerpos diferentes; cada antígeno es­pecífico desencadena la actividad en la clona de células ya predeterminada a la secreción exclusiva del anticuerpo espe­cífico de ese antígeno. El antígeno selecciona estaciona determinada, y no otra, porque la célula B despliega en su superficie las moléculas del anticuerpo que es capaz de pro­ducir. Estos anticuerpos superficiales actúan como sitios re­ceptores con los cuales el antígeno puede combinarse, de­sencadenando así todo el proceso divisorio, diferenciación, y secreción de anticuerpos de que ya se habló. La implicación desconcertante pero estadísticamente posible es la de que deben existir millones de clonas diferentes, una por cada uno de los antígenos posibles que un individuo pudiera encontrar durante su vida.

Al concluir esta sección acerca de la `síntesis de los anti­cuerpos, debe advertirse que la interacción entre el antígeno y el sitio receptor de las células B debe ser considerablemente más compleja de lo que se explicó anteriormente, porque parece claro que los macrófagos desempeñan también un papel crucial. Durante la activación de las células B por parte de los antígenos ocurre una aglomeración de macrófagos alrededor de la clona pertinente de células B. Es probable que los macrófagos procesen el antígeno de tal manera que le permitan activar los sitios receptores, pero no se conoce la realidad de tales eventos. Para la síntesis de ciertos anticuer­pos posiblemente se requiere alguna cooperación de las célu­las T.

 GERARDO A. ROMERO LUNA
C.I:17.207.444
ELECTRONICA DEL ESTADO SÓLIDO.
II PARCIAL

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